"Traditionally, documentary film has preoccupied itself with the large and weighty issues of the human condition: the suffering of the poor, the degradation of the planet, the dangers of mob psychology, of human cruelty. These vital concerns require the attention of our field today, every bit as much as they ever have. But Tomas Corredor's inspiring project reminds us that the domain of documentary film has no limitations. We see an old turntable push out a song; we see a boy blow a quick kiss to the camera; we hear the sound of human breath. These are tiny moments, forgotten almost as soon as they happen, except that Corredor's camera asks us not to forget them. By examining one small and precious moment each day, his work reminds us what sages over time have so often tried to teach us: that salvation lies in experiencing fully, richly, the mystery of today.".
"Tradicionalmente, el cine documental se ha preocupado por los grandes y agobiantes problemas de la condición humana: el sufrimiento de los pobres, la degradación del planeta, los peligros de la psicología de las masas, de la crueldad; estas preocupaciones vitales requieren la atención de nuestro campo, hoy, tanto como siempre. Pero el inspirador proyecto de Tomás Corredor nos recuerda que el dominio del cine documental no tiene limitaciones. Vemos un viejo tocadiscos hacer sonar una canción; vemos a un niño lanzar un beso rápido a la cámara; escuchamos el sonido de la respiración humana. Son momentos diminutos, olvidados casi tan pronto como suceden, pero la cámara de Corredor nos pide que no los olvidemos. Al examinar un pequeño y precioso momento cada día, su trabajo nos recuerda lo que los sabios han intentado enseñarnos, tantas veces, sobre el tiempo : que la salvación está en experimentar con plenitud, con riqueza, el misterio del hoy. ".
El libro de los días.
En los diarios de Santōka Taeda, un monje zen que es quizá el último monje-poeta errante de esa larga tradición de monjes japoneses que andaban, agradecían los regalos del camino, también los momentos duros, la soledad del viaje, y escribían poesía, poemas breves, contemplativos, en esos diarios que son un rastro conmovedor de la vida de Santōka, hay una entrada que siempre he querido citar en alguna parte y no he encontrado en dónde. La entrada del 8 de noviembre de 1930 dice solamente: “Lluvia”. Cuando lo leí pensé, ¡qué hermoso que en algún diario del mundo ese sea el registro de un día! Cuando vi el diario de Tomás Corredor, el diario en el que él filma algo cada día, durante un año, el 2020, en algo que él llama “baja resolución” (y que yo, por mi absoluta ignorancia técnica en asuntos de cine, no sé bien qué es), filma algún momento íntimo, o en familia, de alegría o de nostalgia, o de cansancio, o aprovecha también para hacer algún chiste, para rendir sus homenajes al cine que él quiere, recordé los diarios de mi monje poeta caminante. El 15 de abril de 2020, en este diario digital de mi amigo, dice: “lluvia”. Pero las palabras de Tomás no son las palabras, porque sus palabras son la imagen. Ese es su lenguaje. Y la lluvia de ese día es una lluvia asombrosamente bella. Y es gracias a ese pequeño video suyo que recordamos lo hermosa que es la lluvia. El resto de los 365 días (2020 fue al parecer un año bisiesto), son los registros de algo “pequeño, invisible” que sucede cada día.
En este libro de los días lo que queda consignado a veces son emociones humanas, escenas domésticas, homenajes a amigos o a personas amadas o queridas, pequeños juegos y experimentos visuales, la creación de un ritmo, a veces lento, a veces frenético, como me imagino que serán los días de trabajo. Pero a veces, y esos son mis días preferidos, es la naturaleza la que habla, con su silencio, como la entrada del 29 de noviembre, en la que se ve una luna espléndida, rosada, una gran roca luminosa en la sombra de la noche. O es el misterio mudo de la materia que de pronto tiene voz, una voz visual que hace que crezca el silencio del mundo. Algunos días parecen sueños o poemas breves, muy extraños, como el 21 de abril: un hombre cavando en la tierra, junto a una piscina, mientras un gato parece observarlo desde la ventana. El efecto de los elementos sobre las cosas, como el viento que mueve una cortina en la que parecieran impresos los pinos del otro lado de ventana, el vacío de los espacios comunes y públicos en tiempos de pandemia, una bandada de pájaros, la mirada despierta de unos cazadores o pastores en una pradera en Kenya: de cosas así está hecho este diario, íntimo, muy lírico, que admiro.
"The book of days.
In the diaries of Santōka Taeda, a Zen monk who is perhaps the last wandering monk-poet of that long tradition of Japanese monks who walked, were grateful for the gifts of the journey, also the hard times, the loneliness of the journey, and wrote poetry, poems brief, contemplative, in those diaries that are a moving trace of Santōka's life, there is an entry that I have always wanted to quote somewhere and I have not found where. The November 8, 1930 entry says only: "Rain."
When I read it, I thought, how beautiful that in some newspaper in the world that is the record of a day! When I saw Tomás Corredor's diary, the diary in which he films something every day for a year, 2020, in something that he calls "low resolution" (and that I, due to my absolute technical ignorance in film matters, don't know exactly what it is), he films some intimate moment, or with family, of joy or nostalgia, or tiredness, or he also takes the opportunity to make a joke, to pay tribute to the cinema that he loves, I remembered my monk's diaries walking poet On April 15, 2020, in this digital diary of my friend, he says: "rain." But Thomas's words are not the words because his words are the image. That's his language. And the rain that day is astonishingly beautiful. And it is thanks to that little video of yours, we remember how beautiful rain is. The rest of the 365 days (2020 was a leap year) are the records of something "small, invisible" happening daily.
In this book of days, what is recorded are sometimes human emotions, domestic scenes, tributes to friends or loved ones, miniature games, visual experiments, and the creation of a rhythm, sometimes slow, sometimes frenetic, as I imagine they will be work days. But sometimes, and those are my favorite days, nature speaks, with its silence, like the entrance on November 29, in which you can see a splendid, pink moon, a large luminous rock in the shadow of the evening. Or it is the silent mystery of matter that suddenly has a voice, a visual voice that makes the world's silence grow. Some days seem like dreams or short, extraordinary poems, like April 21: a man digging in the ground next to a pool while a cat appears to watch him from the window. The effect of the elements on things, like the wind that moves a curtain on which the pine trees on the other side of the window seem printed, the emptiness of common and public spaces in times of pandemic, a flock of birds, the awakened gaze of some hunters or shepherds in a meadow in Kenya: this intimate, very lyrical diary is made of things like that, which I admire."
"Puede que Jonas Mekas muriera en enero del 2019 pero sin duda resucitó a finales de diciembre y, conociendo de buena tinta el futuro, le pegó el chivatazo a Tomás Corredor: “Hazlo, empieza cuanto antes”. Y Tomás Corredor lo hizo. ¿Cómo si no se explica la increíble oportunidad de llevar a cabo la “experiencia Jonas Mekas” justo en el año del confinamiento? Y encima unos pocos meses antes para que este cineasta colombiano no haya sido tachado de oportunista sino de oportuno. Oportuno porque, de la mano de Mekas, Tomás Corredor ha alentado, inspirado y movilizado a todos los amigos, cineastas y curiosos que han conocido su ejemplo en el momento en que este podía ser más terapéutico. Sin duda el primer beneficiado ha sido él mismo pero en este período una fiel legión de seguidores se ha asomado a su ventana, gozando cada día de una colección inaudita que crece en el recuerdo. Y, maldita sea, queriendo imitarle. No somos los únicos espectadores –hablo de mi pareja y de mí mismo- que echamos de menos las sesiones nocturnas de clips de Tomás Corredor durante esta larga temporada de encierro. Mis cortos predilectos son esas imágenes entre lo figurativo y lo abstracto, muchas de ellas buscadas entre los detalles más diminutos de su entorno y rodadas con lentes que debe haber robado a los dioses y que conectan a este cineasta con la vanguardia experimental. Me han convertido en el niño que ve cine por primera vez con la boca abierta. Transportándome a mi infancia en la que iba al cine sin importarme la película que iba a ver, me daba igual porque sabía que iba a pasarlo bien. Por cierto, atención a los audios que cabalgan con las imágenes porque este Corredor de fondo, este poeta que no va de poeta, este artista que no va de artista, nunca ha olvidado los generosos efectos del contrapunto. Qué sensación de privilegio haber asistido a este espectáculo diario que ha iluminado los días más negros. Qué generosidad la suya, y vaya patrimonio extraordinario ha generado. No sólo hay que envidiar a Tomás Corredor, no sólo hay que aplaudirle, hay que convertirse en él. En la parte de él que nos recuerda lo más elemental y lo más sagrado: disfruta cada día con la forma de arte más privilegiada (y compártelo)".
"Jonas Mekas may have died in January 2019, but he was, undoubtedly, resurrected at the end of December, and, knowing the future for good, he tipped off Tomás Corredor: "Do it, start as soon as possible. ”And Tomás Corredor did. How else to explain the incredible opportunity to carry out the "Jonas Mekas experience" just in the year of the confinement? And a few months before, this Colombian filmmaker has not been branded as an opportunist but as opportune. With the help of Mekas, Tomás Corredor has encouraged, inspired, and mobilized all the friends, filmmakers, and onlookers who have known his example at a time when it could be more therapeutic. Without a doubt, the first beneficiary has been himself. Still, in this period, a loyal legion of followers has leaned out of his window, enjoying an unprecedented collection that grows in the memory every day. And, damn it, wanting to imitate him. We are not the only spectators - I am talking about my partner and myself - who check out I miss the nightly sessions of Tomás Corredor clips during this long season of confinement. My favorite shorts are those images between the figurative and the abstract. Many of them sought among the tiniest details of their surroundings and shot with lenses that must have stolen from the gods and that connect this filmmaker with the experimental avant-garde. They have turned me into the child who watches movies for the first time with his mouth open. Transporting me to my childhood in which I went to the movies without caring what movie I was going to see, I didn't care because I knew I would have a good time. By the way, pay attention to the audios that ride with the images because this long-distance Corredor*, this poet who does not pose as a poet, this artist who does not pose as an artist, has never forgotten the significant effects of counterpoint. What a feeling of privilege to have attended this daily show that has lit up the blackest days. What generosity of his, and what an extraordinary patrimony he has generated. Not only do you have to envy Tomás Corredor, you not only have to applaud him, but you also have to become him. In the part of him that reminds us of the most elemental and the most sacred: enjoy each day with the most privileged art form (and share it) ". * corredor translates to runner
"Tomás Corredor's idea for filming a year-long Lo-Fi video diary makes me furious that I didn't think of the concept sooner. That he executes it so brilliantly makes me feel a bit better, as I couldn't possibly do it as well. But now, of course, I'm dying of envy."
"La idea de Tomás Corredor de filmar un diario en video de baja definición, de un año de duración, me enfurece ya que no fui yo quien pensó en el concepto antes. Que él lo ejecute de manera tan brillante, me hace sentir un poco mejor, ya que yo no podría hacerlo tan bien fácilmente. Pero otra vez, por supuesto, me muero de envidia. ".